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Paloma AznarCrítica de arte

Con José Sanchez Carralero el día de la inaguración de la exposición celebrada en el Museo de la Ciudad de Madrid, 1993.

Con el tiempo, sus composiciones han ganado expresividad gracias, fundamentalmente, a una sabia utilización del color: las gamas verdes, azules y anaranjados, más esas rosas y blancos maravillosos, confieren a los cuadros una vida propia, muy especial. Una vida que convierte a Rafael Botí en maestro del la ensoñación y del misterio, en mago. Con el correr de los años, su pintura se ha mantenido fiel a una línea sin hacer otra cosa que afirmar calidades, robustecerse, adquirir cada vez más vigor cromático, no desprendiéndose jamás de su frescura. Es precisamente el justo equilibrio entre riqueza y frescura lo que sitúa a este pintor entre nuestros más grandes artistas.

Crítica de Arte. Noviembre 1989

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