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Juan Fernández LacombaPintor e Historiador del Arte

Juan Fernádez Lacomba

La obra de Daniel Vázquez Díaz en la colección Rafael Botí.

La relación de Rafael Botí (1900-1995) con Daniel Vázquez Díaz se inicia como pintor en Madrid, en el año 1918 cuando contacta como discípulo con el artista nervense. Botí partió antes de una formación en Córdoba al lado del popular Julio Romero de Torres, hasta que a los 17 años ingresa en el conservatorio madrileño para seguir sus estudios musicales. En 1919 ingresó en la Orquesta Filarmónica de Madrid como profesor de viola, hasta que en 1930 pasó a la Orquesta Nacional de España. Precisamente en 1919 inauguraba Vázquez Díaz su estudio taller en la madrileña calle Lagasca, contando entonces entre sus discípulos a Luis Gutiérrez Solana, el hondureño Pablo Zelaya, Rafael Botí, Marisa Roësset y María Vallejo.

Como hemos referido, la influencia de Daniel Vázquez Díaz se dejó sentir sobre todo en los jóvenes pintores que emergieron en la escena de la pintura española en los años de la República. Entre 1929 y 1931 Botí viajó a París para ampliar estudios de pintura, pensionado por la Diputación de Córdoba. En 1931 fundó, junto a otros artistas como Emiliano Barral, Winthuysen, Planes, Moreno Villa, Castedo, Souto, Climent, Díaz Yepes, Pérez Mateos, Rodríguez Luna, Santa Cruz, Isaías Díaz, Pelegrín, Servando del Pilar o Francisco Mateos, la «Agrupación Gremial de Artistas Plásticos», que lanzó un manifiesto vanguardista el 29 de abril de 1931, pocos días después de la proclamación de la II República. El manifiesto, dirigido a los jóvenes artistas, propugnaba la renovación completa de la vida artística española. Mas tarde, tras la Guerra Civil el pintor se vincularía a un ingenuismo moderno que apunta a la Escuela de París, al mundo de los Indalianos y Zabaleta (sin radicalizarse hacia la estética de los “Ibéricos”); y estableciendo lazos con los integrantes de la Escuela de Vallecas, con los cuales pintó. Aunque, en ningún momento, en su pintura está presente el rigor del lenguaje postcubista y la asimilación de las formas de Picasso.

Botí fue pintor de inclinaciones coloristas proyectadas en relaciones poéticas y sentimientos volcados en el paisaje y la naturaleza. Aunque atento a los procesos de modernización de la plástica, en especial vía Impresionismo y fauves; así como las tendencias que se producían en la pintura española. Sin perder nunca la referencia de su maestro Vázquez Díaz. Como discípulo directo del nervense continuó asistiendo al nuevo taller de la calle María de Molina, al lado de otros compañeros, como Pablo Zelaya, Miguel Rodríguez Acosta, Jesús Olasagasti, Díaz Caneja, Cristino de Vera, Rafael Canogar o José Caballero. Esta es una etapa de estrecho contacto y de amistad fraternal entre las dos familias, como conforman las numerosas obras personalmente dedicadas por el maestro a su discípulo.

Tras la muerte de Vázquez Díaz en 1969, Rafael Botí se volcó en continuar su colección de obras del pintor, de las cuales poseía un buen número dedicadas en vida. Recordemos que la relación más allá de maestro discípulo, fue en todo momento muy cordial, gozando de la confianza de don Daniel y de su hijo Rafael Botí Torres, igualmente continuador de dicha colección. El cual también serviría de modelo en numerosas ocasiones. En especial para pinturas de toreros, como se confirma en algunos de los dibujos presentes en la actual colección. El número de obras de Vázquez Díaz en conjunto en la colección de Rafael Botí, en su máximo esplendor se contaban en algo más de 70 pinturas y en torno a 250 dibujos. Sin duda alguna lograda con gran paciencia, dedicación y mucho amor a lo largo de toda la vida.


Juan Fernández Lacomba
Huelva, 2019

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